Los cristianos creen que Dios eligió a María de Nazaret para que sea la madre de Jesús o Yeshúa, que en hebreo significa “el salvador”. La concepción se celebra en íconos de la Madre de Dios del Signo (un nombre que deriva de las palabras de Isaías “…el Señor mismo os dará una señal”), mientras que los retablos titularon este momento como el Alma de María o Nuestra Señora de la Encarnación.

Los íconos de la Madre de Dios del Signo muestran una imagen de medio cuerpo de María con una imagen pequeña de cuerpo completo de Cristo en su pecho. Está rodeado de una mandorla circular, que representa su útero y, al mismo tiempo, la eternidad. El fondo dorado hace referencia al amor y la revelación divinos. 

En los retablos del Alma de María, la imagen de María de medio cuerpo lleva un vestido blanco y un manto azul sobre los hombros. La joven Virgen María lleva una corona de rosas sobre la cabeza nimbada y tiene lirios y rosas en las manos, que simbolizan su pureza. Sobre las manos, el Espíritu Santo —representado en la imagen de una paloma— sobrevuela su pecho, lo que simboliza el momento de la encarnación de Cristo.